En el sur de Alemania, en Füsen, se alza sobre una colina el Castillo de Neuschanwstein. El rey Luis II de Baviera, apodado El Loco, lo mandó construir entre los Alpes bávaros, y a sus pies, se extienden lagos de agua helada. Alrededor de este monarca aún se mantienen muchas leyendas, alimentadas por su extraña desaparición, a los 150 días de mudarse aquí. Este castillo, de tan sólo 130 años de antigüedad, está dedicado a la figura de Wagner; su recargada decoración muestra una iconografía sobre cuentos de la mítica germana. Tal vez el misterioso aspecto que le confiere la niebla fue lo que inspiró a Walt Disney para convertirlo en el castillo de La Bella Durmiente.
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